Simplificando la evaluación de competencias

Evaluar competencias no es tan fácil, pero a veces lo convertimos en mucho más difícil de lo que es. Si hacemos de la competencia un concepto místico o con montones de derivadas, la medida irá haciéndose cada vez más compleja. Y llegará incluso un momento en el que no sabremos lo que estamos midiendo, y eso se reflejará en unos resultados poco consistentes. Si queremos evitar esto, hay unos cuantos principios fundamentales que nos ahorrarán muchos dolores de cabeza:

• Defina las competencias de la forma más simple y concreta posible. Es preferible que su definición sea demasiado estrecha a que sea demasiado amplia. Todos los aspectos que comporta “Liderazgo”, por ejemplo, son inabarcables en una sola competencia, así que decídase por lo fundamental, lo crítico, lo indispensable para lograr sus resultados
• Defina conductas representativas de la competencia: pocas, concretas y observables. Si no lo hace, no podrá medir. No se obsesione con definir montones de conductas, a veces con 4-5 será suficiente. Elija conductas claramente representativas de su definición y que sean perfectamente observables. Ofrece al cliente distintas alternativas de solución” es una conducta concreta y observable. “Resuelve conflictos con eficacia”, no. Es demasiado amplia.
• Seleccione una herramienta test/assesment probada que le ayude a obtener información del nivel en que las personas se encuentran respecto a las competencias.
• Contraste la información de la herramienta con otras fuentes, como lo son las entrevistas y observaciones del desempeño.

Siempre se pueden hacer evaluaciones mucho más profundas y cualitativas no obstante, en muchísimas ocasiones (especialmente aquellas que demandan una toma de decisión, o en las que marcan la continuidad o no en un proceso) una forma cuantitativa de evaluación de competencias da un resultado excelente. Es importante destacar que al crear un sistema de valoración con herramientas estandarizadas generamos un criterio único entre valoradores, con lo que la toma de decisión tendrá un menor grado de error.

Más sencillo y claro es casi siempre más útil.